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México, país feminicida

  • Agencias
  • 18 sept 2017
  • 3 Min. de lectura

Según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), en lo que va del 2017, en México se han cometido 82 feminicidios. Lo grave del asunto es que las autoridades saben que el principal corredor de trata de personas de nuestro país se encuentra entre Puebla-Tlaxcala y, pese a ello, persiste la omisión aunque ha quedado al descubierto “la prevalencia de la violencia contra las mujeres y el incremento de las desapariciones” en dicha zona.


Por si quedaba duda de lo señalado por el OCNF basta checar el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) que muestran un dato escalofriante: del 2012 al 2015 han sido desaparecidas, tan sólo en el estado de Puebla, 780 mujeres. Los rangos de edad van desde los 15 a los 29 años. ¿Las autoridades? Brillan por su ausencia y guardan un mutismo ingente que pondera el abandono al que han sometido a las mujeres.


El Observatorio Ciudadano Nacional, a través de un comunicado, reveló parte del Informe del Grupo de Trabajo Conformado para Atender la Solicitud AVGM/08/2016 de Alerta de Violencia de Género Contra Las Mujeres en el Estado de Tlaxcala, mismo que fue emitido en octubre del 2016, donde explica: “En el estado de Tlaxcala existen redes consolidadas de trata que operan tanto a nivel nacional como transnacional. Esto constituye un foco rojo de violencia feminicida, en tanto que es un lugar central de captación de víctimas, de explotación de las mismas y de origen de los líderes de bandas de explotación sexual”.


Es de suma importancia que las autoridades investiguen el modus operandi y el patrón que usan de los grupos delincuenciales en el estado de Puebla y cómo éstos se mantienen coludidos con los de Tlaxcala, hasta lograr convertirse en un peligro para cualquier mujer en toda la república mexicana.


Queda claro que los feminicidios seguirán dándose mientras el mismo Estado y la sociedad (a través de la familia, las empresas, los medios de comunicación y las instituciones educativas) sean comparsas y fomenten la no visibilidad de la violencia (sea cual sea) e incluso la toleren y la justifiquen como parte de la “cultura”, que es lo que ha hecho que ésta se convierta en una situación de impunidad total que termina cobrando más vidas.


Las mujeres tienen razón. No hay lugar seguro para ellas en México. Ningún espacio lo es ya con esta ola de feminicidios que lleva años lacerando el tejido social de nuestro país, que muestra la justificación de nosotros los hombres con el #NoTodosSomosIguales, aunque las activistas y los colectivos feministas nunca hayan dicho eso, y que ha mostrado, sobre todo, una apatía enorme de las autoridades mexicanas por dar el trato que requieren los crímenes de odio contra las mujeres convirtiendo a México en un país peligroso para ellas.


A estas alturas, México debería tener implementado en todos los estados el Protocolo Alba que “permita salvaguardar la vida e integridad de las niñas y adolescentes que son desaparecidas”. Así como las Fiscalías reaccionar de inmediato a cualquier llamado de auxilio de las mujeres sin cuestionar nada porque lo importante, en estos tiempos, es buscar salvaguardar su integridad.


Tienen mucha razón las mujeres que ayer gritaban, con un nudo en la garganta, “justicia”, mientras escuchaban una larga lista de las mujeres que han sido víctimas de feminicidios. Tienen razón al decir que están hartas de vivir con miedo, que están cansadas de la inseguridad que permea todas las estructuras, que están cansadas del machismo, que se sienten desprotegidas ante la institucionalización de la impunidad y la complicidad de las autoridades responsables de procurar y administrar la justicia.


Los datos que arroja el artículo Violentadas de Sonia M. Frías (publicado en la revista Nexos el 1 junio del 2016) señala que la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), curiosamente la última fue en 2011, revela que más de un millón 300 mil mujeres en México padecieron violencia física; 830 mil, violencia sexual, cuatro millones 200 mil, control coercitivo. Y los datos empeoran: más de dos millones 600 mil mujeres fueron objeto de abuso sexual (según la autora es equivalente a toda la población de Sonora). Es decir, “fueron toqueteadas, violadas, han tenido miedo de ser atacadas o abusadas sexualmente, han recibido insinuaciones no deseadas, han presenciado algún acto exhibicionista o algún tipo de acto sexual en el ámbito público, laboral, educativo o familiar”; asimismo, alrededor de cuatro millones 200 mil mujeres recibieron piropos o frases de carácter sexual que las hicieron sentir mal.


Sólo me pregunto, ¿qué estamos haciendo nosotros como sociedad, como medios de comunicación, como hombres, para atacar estos problemas? Lo peor que le está pasando a México es ver como algo natural la violencia hacia las mujeres. Tienen razón: Las estamos matando. El silencio y la apatía, considero, terminan siendo los cómplices más poderosos.


 
 
 
Aguascalientes Times
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